Cádiz a 1 de octubre de 2010
Enfrentar a la población es asesinar, elaborar leyes no ajustadas a derecho es asesinar, actuar en contra del sistema es asesinar, el comportamiento anticonstitucional coadyuva a la implantación de las bases para la destrucción del sistema y por tanto es asesinar, y sonreír por todo ello manifiesta que detrás de la sonrisa yace una macabra perversión.
El objeto constitucional tiene un sentido de protección del individuo. En una sociedad avanzada se puede discutir sobre el contenido de nuestra Carta Magna, el lugar destinado para ello es el Parlamento. Sin embargo, utilizar el poder de un gobierno democrático para pervertir la propia esencia del precepto, manifiesta una irregularidad en la interpretación de los principios y mandatos de la norma básica.
Esta anomalía, disconformidad o desacuerdo con los principios constitucionales, puede ser revertida a favor del disconforme por medios consensuados, pero en ningún caso es patrimonio del gobierno inducir estos cambios a través de la propia perversión del sistema. La aplicación de estos métodos conlleva que en las instancias más alejadas de la esfera política se produzcan graves vulneraciones de los derechos ciudadanos.
Un saludo, J. M. Mora
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