viernes, 15 de octubre de 2010

El terror electoral

Cádiz a 15 de octubre de 2010
Aterrorizado por la posibilidad de un inminente descalabro en las próximas autonómicas, el Sr. José Antonio Griñán Martínez ha presentado un Decreto Ley para blindar a 25.000 trabajadores que desarrollan actividades funcionariales sin haberse enfrentado al tamiz de la oportuna oposición oficial. Según declaraciones dadas esta mañana en la emisora de radio Cope Cádiz por el Sr. Francisco Javier Arenas Bocanegra, candidato a la presidencia andaluza por el PP, se trata de amarrar el futuro.

El Sr. Arenas señala como ejemplo de administración imparcial, eficaz y honesta a la del Reino Unido a diferencia de una ineficaz, sectaria y tristemente arraigada durante treinta años de gobierno monocolor en la CCAA.

Entre otros datos, el Sr. Arenas ha señalado para sorpresa de contertulios de reconocido prestigio y bagaje profesional como el Sr. Excónsul español en LA Inocencio Arias, que en Andalucía existe un número de 28 Delegados del Gobierno Autonómico por provincia. El Sr. Arenas ha llamado la atención sobre el hecho de que el mantenimiento de estos Delegados conlleva una serie de gastos entre los que se incluyen: coche oficial, conductores, asesores, jefes de prensa, etc.

Por otro lado, ha ofrecido el dato de que existen en esta Comunidad 35.000 teléfonos móviles dependientes de la Administración y 380 empresas públicas que suponen 5.000 millones de euros al año.

Dados estos datos, es fácil intuir que el montante relacionado sea lo suficientemente importante por su valor económico como para desplegar la maquinaria legal en forma de Decreto Ley para dejarlo todo atado y bien atado. Y del mismo modo, es fácil discernir sobre los intereses personales de una etnia administrativa enraizada a lo largo de los años y lo que querrá presentar, el partido en el gobierno autonómico, como una labor social que da cobertura definitiva a personas que no han accedido a sus puestos por la vía de la oposición sino por la del amiguismo o el dedazo como en el caso del Sr. Griñán.

Un saludo J. M. Mora

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