Cádiz a 21 de octubre de 2010
Un líder político puede tener mala suerte aunque esto en principio no tiene mucho sentido, o bien parece incompatible el hecho de tener mala suerte y ser líder simultáneamente.
Un líder político puede equivocarse en la gestión económica, puede ser un mal gestor o tener un equipo de gestión de una calidad pésima, retrógrada he incluso enfermiza.
Un líder político puede subvertir las Instituciones y pilares básicos que dan forman y permiten la supervivencia de un Estado de Derecho.
Un líder político puede ser incluso feo.
Pero lo que no es atributo aceptable en un presidente de gobierno democrático es el hecho de confrontar a la población del propio país que dirige. Esto no es admisible ni tampoco es perdonable por su cualidad de ignominia. Supone la vergüenza máxima a la que puede aspirar un ser perverso, lo más despreciable y bajo que se puede esperar de un dirigente político; una auténtica bajeza, ruin, hortera y retrógrada.
Un saludo, J. M. Mora
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