Cádiz a 5 de octubre de 2010
La vocación “chiringoide” del sociata o sociópata, resulta muy lucrativa hablando en términos de taquito de jamón, de queso y de vinito; a penas hay que matar. Para el “socialista chiringuitero” acabar con la vida de un jubilado, o de una viuda mediante la coacción no es un grabe delito porque ya están casi muertos a diferencia de sus ilustres personas que, como es lógico y descontando la represión franquista, deben vivir como mínimo el doble que cualquier mortal máxime si es de derechas.
Un saludo, J. M. Mora
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