viernes, 19 de agosto de 2011

Unidad Nacional y Fortalecimiento del Derecho


Cádiz a 19 de agosto de 2011

El hombre que mide tu fe y busca su quebranto, pretende justificar la ausencia de la suya.                                                                                                                                                  J. M. Mora
                                                                                                                                                                      

Compatriotas:

El sentido de protección que motiva la creación del Estado, supone en el hombre destinado a salvaguardar sus derechos y deberes un mayor grado de compromiso. Siendo éste requerido con especial interés cuando las circunstancias se muestran desfavorables a la contribución del mantenimiento de las libertades inherentes al proceso constitutivo, se configura en el escenario político la necesidad de que los valores éticos y morales destinados más a la consecución del bien común que a la del propio hagan acto de presencia de forma preponderante entre las cualidades de la política ha desarrollar.

No es vano reiterar que el pueblo español constituye una gran nación cuya impronta ha dejado indeleble huella en la Historia en un sentido de unidad, de fraternidad, de amor al hombre en su más pura esencia, de valor y de libertad que han sido posibles gracias a la calidad humana de aquellos que vieron sus vidas envueltas por el azar de la existencia en acontecimientos históricos de magnitud imperecedera. Éste es el legado de nuestra confraternidad y su inestimable riqueza transforma la actividad de sus hombres en un valor natural que alcanza su dimensión máxima de expresión en la conducción del destino humano.

Quiero recordar ahora una frase pronunciada por Winston Churchill el 19 de septiembre de 1946, en un discurso pronunciado en la Universidad de Zurich, en el que hablaba sobre la necesidad de construir una especie de Estados Unidos de Europa: "Todo lo que se necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en vez del mal y obtener como recompensa bendiciones en lugar de maldiciones".

Pronto, tendremos la oportunidad de manifestar nuestro deseo ante las urnas y de decidir así un modelo de gestión adecuado a las circunstancias actuales.

En el mundo, hoy, se está librando una batalla, una batalla desigual y uni-direccional donde el campo del honor no es el medio hasta ahora conocido, sino la compleja maquinaria de las comunicaciones que no por poseer la condición de la relativa inmunidad y el anonimato de los actos que en ella se comenten, deja de tener efecto substancial sobre la realidad de los hombres. La pólvora corre por las sendas del mercado, y encuentra un intrincado pero no inocuo mecanismo de acción subsecuente al mensaje y a la inmediatez de su propagación, e invulnerabilidad ante las consecuencias y los estragos de su pericia.

Hoy quiero elevar mi voz a todos los gobernantes y políticos del mundo, la era de la globalización es una era de cambios donde los poderes podrían sentirse debilitados por ausencia de timoneles sólidos, sobre los que confiar la dirección unánime que conduzca al conjunto a los deseados estados de bienestar, de justicia y libertad que se pueden sentir amenazados por intereses particulares que no miran por respetar la entidad nacional de los territorios, atacando sin misericordia las estructuras económicas, debilitando con ellos las garantías sociales y favoreciendo un clima de crispación indeseable.

Un saludo, J. M. Mora

jueves, 4 de agosto de 2011

La entrega y la nación

Cádiz a 4 de agosto de 2011

ESPAÑOLES:

En las actuales circunstancias, y en las que como consecuencia de las turbulencias financieras y económicas que han azotado las arcas de la nación hemos venido padeciendo en el pasado inmediato; hemos de demostrar una gran valentía. Hemos de dar prueba de un gran coraje y tesón, y mostrar el convencimiento de que nuestros deseos de cooperación, de integración y de prosperidad, connaturales a la forma constitucional de la que hemos querido dotar a nuestro estado, prevalezcan sobre las agitadas aguas del mercado. Y así, resueltos a desplegar los mástiles de nuestras naos, afrontar decididos, con determinación y entrega: la adversidad. Nada hemos de temer, y aplicándonos con nuestro esfuerzo máximo y una dedicación plena, por el bien común y por la unidad de nuestro pueblo, alcanzaremos las orillas fértiles de la grandeza y de la prosperidad.

El tiempo del sosiego, el tiempo de la tranquilidad, el tiempo de la cordura, el tiempo del bienestar y de la prosperidad, el tiempo de la seguridad y el del equilibrio social, el tiempo de la familia; del amor y de la prosperidad están cerca, y hemos de abrir las baldas de nuestras depauperadas bodegas para dejarlos entrar, como brisa enriquecedora que ha de traernos el clima sobre el que cimentar una consolidación económica fuerte, duradera y estable. Nuestros sueños, nuestros mayores anhelos y afanes de libertad, de justicia, de paz y de prosperidad están cerca, a la vuelta de un corto plazo. El tiempo de hacer oír la voz del pueblo ha llegado, es tiempo de poner en marcha la maquinaria del sufragio y la hora de expresar el deseo y el sueño de todos. Debemos decidir qué queremos para nuestro futuro inmediato: ¿queremos un escenario de confrontación?, ¿queremos un escenario de crispación?, ¿queremos un escenario de regresión y de empobrecimiento?, ¿queremos falta de justicia y de bienestar?, ¿queremos desunión y enfrentamiento?; o por el contrario: anhelamos prosperidad, equilibrio social, libertad y justicia, trabajo y paz, bienestar, igualdad, cooperación y armonía.

Todo, todos nuestros sueños están al alcance de nuestras manos, todo está en nuestros corazones y está en nuestras mentes, porque hoy, una vez más, he comprendido la grandeza de nuestro pueblo y sé que ésta no tiene reflejo en la historia. Nuestros hombres y nuestras mujeres, nuestros jóvenes, nuestros hijos y ancianos y al fin, todos los que conformamos la fortaleza de este territorio que posee un afán de superación sin igual; debemos unir nuestras fuerzas con armonía, haciendo brillar en el firmamento de las almas de los hombres el estandarte de la libertad, agitado por el viento cálido de la esperanza que nos conducirá a las más altas cotas de bienestar conocidas por el hombre en los confines de la tierra.

Españoles:

Nunca antes, en el devenir del tiempo, se había presentado una ocasión tan propicia como la presente para hacer posibles nuestros deseos y aspiraciones. Una situación tan ventajosa para iniciar un fulgurante proceso de desarrollo de todas las capacidades del hombre moderno. Los caminos están abiertos, las sendas inexploradas, nuevas y extraordinarias oportunidades de negocio están a disposición de las almas emprendedoras. Los avances tecnológicos aguardan la impronta febril del hombre; es entonces, cuando el valor inigualable de nuestros compatriotas transforma el sentir unánime, en una fuerza creadora que alcanza el salón celeste desde donde podremos contemplar con amor el fruto de la creación. Y es allí, acogidos en el seno de la inconmensurable belleza del universo, unidos en singular afecto, donde el hombre encuentra la paz y el sosiego necesario para abrir las compuertas de los manantiales que regarán con agua fecunda la tierra sedienta y deseosa del trabajo firme y decidido, de aquellos que son los fuertes, los elegidos para administrar la gloria que ha de ser repartida entre los herederos de la tierra.

Un saludo, J. M. Mora