Cádiz a 6 de noviembre de 2010
Salvando las distancias entre el Sr. D. Pepito y un burro melenudo coceante y baboso, de ojos desencajados; quiero referirme a la trucha expelida por el insigne en relación a que “…el que le hecha un pulso al Gobierno lo pierde…”. Debe saber el ilustre bípedo que en una democracia los pulsos políticos son el “abcde” de la libertad y se pueden ganar o perder, he aquí la Ley. Lo contrario, esto es, lo que apunta el gaznápiro, “trátase” de una Dictadura y de eso me río hasta el dolor, por mi vida.
La fuerza de la razón está por encima de la razón de la fuerza. De no ser así aún estaríamos en la caverna royendo huesos con la garrota a un lado. Este gobierno parece no tenerlo claro. Ahora encuentra un oasis en el uso de las armas para imponer su voluntad y completamente deshidratado por el vapuleo se extasía en él y pretende prolongarlo el mayor tiempo posible. Está cavando su propia tumba. No es posible mantener a la población militarizada eternamente.
En este caso, los árboles son aviones, pasajeros, controladores…; el bosque es el Gobierno. Éste, especialista en cortinas de humo que cubran su completa ineptitud dirige los odios contra el colectivo y enardece a los ciudadanos. No es de extrañar esta actitud pues forma parte del germen marxista a cuya ideología se acerca más y más por momentos. Resulta triste constatar la ceguera del pueblo ante la gravedad de los hechos provocados por el ejecutivo así como ante el estado decretado.
Téngase en cuenta que el punto 5 del artículo 116 de la Constitución Española dice: “No podrá procederse a la disolución del Congreso mientras estén declarados algunos de los estados comprendidos en el presente artículo, quedando automáticamente convocadas las Cámaras si no estuviesen en período de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los demás poderes constitucionales del Estado, no podrán interrumpirse durante la vigencia de estos estados”.Y se habla de prolongarlo tres meses.
Creo que ni la oposición ni los medios de comunicación ni el pueblo han tomado consciencia de quién está gobernando los designios de esta nación. Es posible que un lelo con poder resulte muy peligroso para el conjunto pero un lelo enfadado por su propia ineptitud y a quien se le recrimina su desdén puede devenir en un peligro aún mayor y no cabe duda de que el caso que tenemos hoy en nuestro panorama político es digno de observación detenida.
Efectivamente, el caso de Kim Jong Il resulta obscuramente llamativo, puede decirse que según los gustos se puede encontrar cierto morbo en los hechos que acontecen en esa parcela geográfica; pero no le va a la zaga el caso dado en nuestro propio territorio.
Puestos al disfrute de lo mórbido debía haber una reunión entre el hijo predilecto de Gijón, el cadáver político y Kim Jong Il con la invitación especial de Kim Jong Un en ella se podrían decidir cuestiones acerca de la educación en Cataluña y otros temas de escasa trascendencia.
Un saludo, J. M. Mora
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