Cádiz a 17 de diciembre de 2010
Honor y gloria
Diecisiete billones, seiscientos cuarenta mil doscientos cuarenta y tres millones, setecientas veinte mil pesetas.
O lo que es lo mismo, ciento seis mil veinte millones de euros es el montante al que ascienden los ingresos presupuestados en términos de Contabilidad Nacional para 2011. Cabe preguntarse: ¿Estaría usted dispuesto a dimitir de una “empresa” en la que el presupuesto de ingresos estimado para el próximo año asciende a 106.020 millones de euros de los que dispondrá usted alegremente para comprar voluntades, diseñar mapas de clítoris, etc, etc.?
En cierta ocasión, la Sra. ex-ministra Dña. Carmen Alborch; a la que aprovecho la oportunidad de estas líneas para agradecer su mensaje tiempo atrás, manifestó en una entrevista televisada, hace tres o cuatro años; que -“…hay personas que por algún motivo cuando aparecen en un espacio elevan el nivel cualitativo de los que ya estaban allí…”-. Por mi parte pienso que esto es cierto, el problema está en calibrar cuales son los matices personales de los que concurrían en el lugar. Hay veces que éstas podían permanecer enmascaradas; es el caso del fanfarrón, por ejemplo.
En este sentido, en lo que al escenario político español se refiere, encontramos el caso de un fanfarrón que mantenía oculta su verdadera personalidad a base de cheques y de mentiras públicas, y de faltas deliberadas en la percepción de la realidad. Estábamos ante un señor que no ha parado de engañarnos y de camelarnos desde el momento que asumió su cargo como presidente de gobierno, ocultándose en un aparente y capcioso carácter “buenista”; todo pura falsedad.
Hoy, este fanfarrón “eleva el nivel de sus cualidades personales”, y es en ese momento en el que aflora su verdadera cara que se manifiesta como una soberbia ilustre que le conduce a pasar de presentarse ante nosotros como un adalid de bla, bla, bla…, como un libertador de la opresión capitalista, como un defensor de la mujer y de los derechos civiles; a mostrarse como un criminal que no duda en poner a este país al borde del abismo por una pura cuestión de egolatría extrema y de no saber perder ante el arma de la dialéctica.
Este fanfarrón, presupone que teniendo compradas las principales cadenas de televisión, que teniendo comprados los principales periódicos y emisoras de radio; que comprando mediante subvenciones a todo aquel que se deje comprar; piensa que de esa manera su ponzoñosa ideología está a salvo de ser desterrada de la sociedad española merced al franco muro mediático creado por y para su gestión.
Pero hay algo que no puede controlar, algo capaz de infiltrarse entre sus hediondos muros, algo que tiene más poder que todas sus falsas concesiones de subvenciones, algo que se abre camino entre las grietas de su caótica orquesta, de su podrida gestión y esto no es otra cosa que el indomable poder del alma libre de un hombre que no utiliza otra cosa más que el arma de la palabra y que deja en evidencia lo que fue la cara oculta del fanfarrón y mentiroso líder del hurto.
Un saludo, J. M. Mora
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