jueves, 9 de diciembre de 2010

“Mal de la Soberbia Ilustre” o "Cobardía intrínseca a la homosexualidad retraida"

Cádiz a 10 de diciembre de 2010

Efectivamente el infrascrito posee un Blog por gentileza de Google. Este Blog incluye una serie de entradas, siendo la primera de ellas titulada “Aznar y la Guerra de Irak”. Su argumento trata de esa época como se evidencia en el título. Si se lee, se puede deducir que el ilustre ciudadano sobre el que eventualmente recae la responsabilidad de gobernar puede llegar a alcanzar, según su calidad humana, rangos de egolatría suprema que le pueden llevar incluso a conducirnos a la guerra con tal de evitar que le puedan despegar de la silla. “Trátase” de un desequilibrio causado por una falta grave de moral, de educación… y en fin de los pilares básicos de construcción de la personalidad del hombre.

Se puede sacar la conclusión, de que el tiempo estimado de reacción hasta la generación de la situación de crisis, ya sea “la crisis que precedió a la guerra de Irak” o la actual, en la que nos encontramos con el espacio aéreo militarizado, viene a ser de entre 6 y 8 meses, sujeto a variación. Subsiguientemente el elemento afecto por el mal, al que podríamos denominar “Mal de la Soberbia Ilustre” o “Cobardía intrínseca a la homosexualidad retraida” puede ser considerado a efectos humanos, que no legales ni jurisprudenciales o de cualesquiera índole, como un enfermo muy grave dada la repercusión de su devaneo.

La Democracia es una situación en la que personalmente me ha gustado siempre pensar como un campo de sueños para todos sin exclusiones. En ella el instrumento primordial es el diálogo la confrontación política de pareceres destinada a la resolución de conflictos o problemas, etc. Cuando esta confrontación remite por causa del temor que supone la amenaza velada de un espacio aéreo militarizado, entonces, en ese caso ya no estamos hablando de democracia.

En realidad esto es todo, personalmente puedo decir rememorando a Fraga que “tengo una hoja de servicios limpia” y añadiendo a la frase, que es honesta, que a mí no me la da usted con queso.

Un saludo, J. M. Mora   

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