Cádiz a 13 de Mayo de 2010
El progre decadente siempre ha confundido, con alevosía, lo progre con lo atravesado y la Cúpula con la Cópula asfixiante.
Zapatero ha dilapidado la herencia del Partido Popular con una gestión pésima, eso sí, haciendo gala de una extraordinariamente pétrea epidermis facial. Zapatero nos ha enseñado a despilfarrar sin control y a no trabajar, embriagado por un cuento de Civilizaciones probablemente extraterrestres. Zapatero abandone el Gobierno grácil y sutil cual gacela herida, váyase y no venga más de no ser a la Tribuna Pública. Y renuncie a su remuneración como expresidente, no se la merece.
Zapatero nos ha enseñado que la capacidad de incompetencia del ser humano no tiene límites. Nos ha enseñado a contener el vómito y a sudar de puro asco y de fatiga. Nos ha enseñado lo rápidamente que se reproducen los tomates y que se puede sobrevivir a base de gazpacho y de moras silvestres. Zapatero es majete, lo que pasa que debe tener algún tipo de problema de audición que le aturde el resto de los sentidos. Yo, como ciudadano, le daría una espátula y un andamio y a rascar.
Zapatero es un transfuga de sus propios ideales que falta sistemáticamente a la verdad y a sus propias declaraciones. Promete sin ninguna base y les quita a los pobres para repartirlo entre sus amiguetes. No tiene ni idea de política internacional, ni si quiera sabe que existe. Con la quinta parte del dinero destinado en Andalucía a subvenciones, acumulado por no alcanzar a sus destinatarios legítimos no sería necesario ningún recorte. No a la Dictadura del PSOE en Andalucía, Arenas Presidente.
El tiempo de Gobierno que le queda al Sr. Don José Luis Rodríguez Zapatero lo va a dedicar, como viene haciendo hasta ahora, a arramplar con todo lo que pueda y a repartirlo entre los tomates más gordos de la parra, en un falso intento de saciar sus supuestas aflicciones francoideas. Mientras tanto, el paro seguirá aumentando probablemente y el desconcierto político en el resto de Europa les llevará a algunos dirigentes a acercarle algún platito con jamón y a acariciarle el occipucio.
Un saludo, J.M. Mora
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