Cádiz a 19 de noviembre de 2010
Decir, como manifestó ayer el Sr. C que "su amigo tiene un amigo y éste a su vez un amigo y éste otro, etc", señala el estilo del ciudadano C. Se trata de una diferencia crucial. Afortunadamente para la naturaleza de mi ser, de la cual soy dueño y consciente debo declarar en recuerdo de alguien a quién conocí en el camino tiempo atrás, que ese no es mi estilo por elección propia aunque ello pudiese suponer la extinción total de mi vida a manos de "amigos de amigos".
Objetivamente, la frase o dicho, que adjudicó al pueblo judío según le había comentado un amigo suyo coronel, no significa gran cosa. En definitiva, tomada en su simpleza, la aseveración no quiere decir nada de nada más que se tienen muchos amigos en paralelo como las bombillas del árbol de navidad. Presuponiendo que el cerebro de Mr. C sea capaz de melonadas más profundas habría que intuir dado el terreno que la cosa tiene cierto matiz digamos "mafioso". Podríamos imaginar una voz seca, sorda y susurrante: "…mi amigo tiene un amigo…"
En realidad, sinceramente, no sé cual es el motivo, pero esta modalidad de coacción psíquica siempre la he considerado como un acto despreciable digno de gente aficionada a la basura y al estiércol como es el caso del Sr. Bono. De hecho, me hacen desear la crucifixión pero en una versión con vómitos sobre las cabezas de todos los amigos que se encuentren reunidos bajo la cruz.
Un saludo, J. M. Mora
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