Cádiz a 30 de noviembre de 2010
Veo al Sr. Artur Mas, y dicho sea con todo el respeto a título meramente anecdótico, no puedo evitar recordar a un señor que trabajaba en esta provincia en el servicio de recogida de basuras del Ayuntamiento; lo que se conoce vulgarmente como un “basurero”. Éste en concreto se dio a la bebida y se le podía ver tirado en la calle por las noches seguido de un enjambre de moscas verdes. Parece ser que siempre había tenido la ilusión de conducir el camión de recogidas pero que nunca consiguió que lo ascendiesen del grado de RCB (recogedor de cubos de basura).
No deseo entretenerme en precisar, quien ni como se llama el sujeto; al que en su calidad de portavoz de CIU en el parlamento catalán, me ha parecido oír en declaraciones durante el recuento de votos en las elecciones catalanas que lo primero que iban a defender es la integridad de su Estatuto tal y como salió del Parlamento autonómico, argumentando que no tenían porqué acatar la sentencia del Tribunal Constitucional. Esta sola mención les califica en tono mayúsculo.
A renglón seguido, el mismo sujeto manifiesta que iban a solicitar más transferencias puesto que como nación…, bla, bla, bla. Este tipo de ciudadanos que seguramente tendrán D.N.I. español, no son dignos de ser considerados como tal, es decir de españoles y su actuación constante debe ser interpretada como un ataque contra la integridad del Estado. Al mismo tiempo se les debe procesar y decidir cual debe ser su justa condena.
Simultáneamente se debería de instaurar una ley a través de la cual, a aquellas comunidades que atenten gravemente contra la integridad del Estado se les retirará la confianza y se les restarán sus transferencias administrativas paulatinamente. Es decir, invertir el sentido actual de escarnecimiento de la Patria o dicho de otro modo: “meter en vereda”.
Un saludo, J. M. Mora
No hay comentarios:
Publicar un comentario