Cádiz a 18 de noviembre de 2011
La miserable reforma constitucional perpetrada recientemente por los "líderes" de los dos partidos políticos que se reparten hoy el poder hurtado al pueblo en el parlamento español, es propia de políticos de escasa categoría, indeseables y marrulleros, entre otras cualidades no menos indignas. Su nauseabunda y ridícula gestión no es merecedora de ningún halago y resulta muy triste tener que padecer la presencia de estos personajes en la vida pública.
Es deseable para la nación que tan calamitosas celebridades desaparezcan del juego político pues su descarada burla hacia todos supone la desintegración absoluta del Estado, como concepto nacido sobre la idea de la protección de los derechos y deberes de los que bajo su manto se cobijan. Suponen la vergüenza nacional más despreciable que se ha podido constatar en las últimas ocho décadas. Nadie hasta ahora se había reído de forma tan grotesca del pueblo ni tan a la luz del día.
Su cualidad de maleantes les hace merecedores del desprecio de todos y su previsible mala gestión no necesita demostraciones ni pruebas, todas estas han sido otorgadas ya desde el primer momento con la demostración de que el único interés que defienden es el interés propio. La visión de Estado de estos dos señores, brilla por su ausencia. Su pretensión de hacernos comulgar con ruedas de molino resulta grotesca y patética. Significa la demostración clara de una absoluta cobardía y de un alto grado de ignominia.
Su descarada forma de burlarse de todos implica que no constituyen otra cosa que una casta de parásitos que ansía el poder perpetuo, mantenido por un falso juego democrático que ellos se han encargado merced a su interesada y marrullera gestión en dinamitar en su concepto. La patética huida de nuestros pseudo-políticos gañanes utilizando la Norma Básica como instrumento de distracción de poder les hace merecedores del apelativo de estafadores. La pregunta sería: —se puede salir de una situación de crisis creada por dos estafadores, de la mano de esos mismos estafadores—.
Estos señores carecen de visión de Estado, de visión política y mucho menos de visión del Estado español, su verdadera condición es la de trileros de la política partidista interesada y ruin y nada o muy poco tienen que ver sus acciones con el interés general. Es incierto que estas vayan dirigidas al mantenimiento del estado del bienestar ni nada por el estilo, el único estado de bienestar que les interesa mantener es el de sus posaderas. Se trata de políticos burlones, de gestos grotescos, que manifiestan la decadencia propia de la endogamia partidista y sectaria de la que hacen gala.
Un saludo, J. M. Mora
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