Cádiz a 2 de enero de 2011
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Madrid, 17 de junio de 1936.
Estracto II:
…"Convénzase el señor Casares Quiroga. Hay en el Frente Popular unos partidos que saben perfectamente a dónde van; no las ocurre lo mismo a otros que apoyan la política de S. S. Los grupos obreristas saben perfectamente a dónde van: van a cambiar el orden social existente; cuando puedan, por el asalto violento al Poder, por el ejercicio desde arriba de la dictadura del proletariado; pero mientras ese momento llega, por la destrucción paulatina, constante y eficaz del sistema de producción individual y capitalista en que está viviendo España. Para ello, un día son las perturbaciones, las agitaciones, las huelgas sistemáticas que retraen el capital, que producen la huida del capital, muchas veces con combinaciones y negocios criminales que soy el primero en condenar, que ocasionan siempre el colapso de la economía. otro día son bases de trabajo que no significan propiamente el deseo de legítimas reivindicaciones obreras, sino más bien el propósito de matar la producción capitalista, absorbiendo el beneficio de producción y, si es necesario, las mismas reservas del capital, para, poco a poco, ir desacreditando el sistema, matando esa producción y el día de mañana presentarse a decir: "Éste es el momento de la aplicación integral de nuestras doctrinas y programas". Hoy la incautación, mañana la socialización. Ellos saben adónde van, ellos tienen marcado su camino; vosotros no, señores de Izquierda Republicana. Estáis unidos, atados a la responsabilidad de esos grupos y tenéis que ver con tristeza cómo un día se mofan de vuestras escasas fuerzas en el país, cómo otro día os obligan a votar, quizá contra vuestras convicciones, cosas que están dentro de su programa y no dentro del vuestro, y cómo en todo momento la férrea disciplina y un interés político, que tendréis que pensar si no es contrario al interés nacional, hacen que ahí tengáis que callar cuando en esos pasillos y en vuestras reuniones sois los primeros en condenar violentamente la política de los sectores obreros, que van conduciendo a España a la ruina y a la desesperación. (Muy bien. —Grandes aplausos. Rumores.)
¡Ah! Y que ésta es una realidad se demuestra por algo que de las conversaciones de los pasillos ha saltado a las columnas de la Prensa diaria. Ha sonado la palabra "dictadura", pero ha sido en vuestros labios, pidiendo plenos poderes, hablando de la necesidad de una dictadura republicana. Sois vosotros los que estáis extendiendo la papeleta de defunción al régimen parlamentario, al régimen liberal, al régimen democrático. Ya le disteis un golpe de muerte con el nacimiento de estas Cortes y la aprobación de determinadas actas; pero ahora estáis prostituyendo la democracia con el ejercicio de la demagogia, y ha llegado el momento de que vosotros mismos extendáis definitivamente su papeleta de defunción al pedir una dictadura republicana, dictadura que implica una verdadera contradicción con los términos en que os habéis producido, por el agobio a que os han llevado los fervores de la alianza con los elementos obreros. Y es, señores diputados —y con esto voy a concluir—, que ese anhelo, ese deseo vuestro de un Gobierno fuerte, de un Gobierno autoritario, de un Gobierno de plenos poderes, como si no fueran bien plenos los que tenéis en vuestras manos, lo que está diciendo es la ley suprema de existencia de la sociedad en todas las épocas de la Historia. Desengañáos, señores diputados, un país puede vivir en Monarquía o en República, en sistema parlamentario o en sistema presidencialista, en sovietismo o en fascismo; como únicamente no vive es en anarquía, y España hoy, por desgracia, vive en la anarquía.
Señores del Gobierno, nosotros os pedimos determinadas medidas para acabar con la situación que no puede prolongarse por mucho tiempo. Estáis contrayendo la tremenda responsabilidad de cerrar todos los caminos normales a la evolución de una política. Nosotros, que no hemos sido nunca obstáculo para ello, tenemos que decir hoy que estamos presenciando los funerales de la democracia. Hay una teoría política (permitidme, señores diputados, que modestísimamente os la recuerde) del ciclo evolutivo de las formas de Gobierno. Según ella, existe un momento en que la demografía se transforma en demagogia; pero como eso no puede subsistir, contra la demagogia surgen, por desgracia, los poderes personales. Cuando habláis de dictadura y de plenos poderes, quizá sin daros cuenta, por un aliento patriótico que salta por encima de las pequeñeces de la disciplina de partido, estáis haciendo la condenación más firme de un sistema, de una política y de un Gobierno."... (Grandes aplausos.)
Un saludo, J. M. Mora
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