Cádiz a 1 de marzo de 2011
Si un Gobierno, en una democracia avanzada, se encuentra en situación de negociación o de diálogo con una banda terrorista, al efecto de dar por finalizada la reivindicación armada por parte de la misma. Y, si simultáneamente existe una operación policial encaminada a detener a la "cúpula" dedicada a la extorsión, y ésta se encuentra en fase de detención inminente del cabecilla: En estas circunstancias, informado el Gobierno de que se va a producir la detención, éste debe permanecer al margen de la mencionada operación policial, permitiendo que continúe su curso normal, es decir, la detención.
No debe existir ninguna justificación, si quiera sea insinuada o sugestionada a través del gesto sutil, en el hecho de haber realizado un acto de delación con la pretensión de que las negociaciones no resultasen afectadas y como consecuencia de ello no se pudiese llegar a una situación de abandono definitivo de las armas.
El hecho mismo de que el Gobierno actual, acuse a la oposición de que pretende obstaculizar las negociaciones bajo la acusación de delación, es en sí mismo, un indicador de que efectivamente ésta se puede haber producido con el conocimiento del gobierno.
En ningún caso, un Gobierno responsable y honesto debe realizar ésta acusación que resulta desde cualquier punto de vista, e incluso desde la observación internacional: chabacana, despreciable y miserable.
La posición correcta del Gobierno debe ser manifestar que, efectivamente si se presume que puede haber habido un acto de delación, se va a proceder a investigarlo pormenorizadamente. Pero resulta absurdo y de pérdida absoluta de la Razón de Estado que la salida del propio gobierno sea acusar a la oposición de que lo que quiere es perjudicar las negociaciones y por lo tanto que no se acabe con la banda terrorista.
No, ésta no me parece una salida razonable, no. Esta acusación contra el principal partido de la oposición resulta una tergiversación o perversión similar a la del expresidente de la Junta de Andalucía, cuando pretende acusar a la oposición de los falsos ERES. No, tampoco me parece razonable, incluso dentro del debate político, no me lo parece, no.
Un saludo, J. M. Mora
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