martes, 5 de julio de 2011

La democracia no debe ser cuna de chulos y ladrones o la figura del sieso amamantado en la política de principios del siglo XXI

Cádiz a 6 de junio de 2011

Sin duda, comparto la postura de no despedazar al contendiente en la victoria, incluso la de permitirle levantarse para que reconsidere su posición. Si bien parece que esta máxima no tiene sentido cuando se trata con alimañas, seguiré manteniéndola. Es por ello que esta reflexión, observación o matización no va dirigida a nuestro presidente sino, dicho sea con todo el respeto y sin intención de aludir, a su padre o tutor, del mismo modo que cuando un niño o adolescente molesto no atiende a las razones que se le argumentan e insiste en su actitud perturbadora del orden, es preferible dirigirse directamente al responsable del sujeto en cuestión. 

En este sentido y al hilo de la contestación que un ciudadano dio a la pregunta de un reportero acerca de qué le parecía la figura del presidente, —"ese es un chalao", contestó—, quiero comentar que si se ahonda en la condición de chalado —según DRAE "alelado, falto de seso o juicio"—, se puede constatar un cierto desasosiego. Puede resultar ciertamente desconcertante esta actitud ante la vida: quizá perturbadora. Creo que el comportamiento asociado se debe a un vacío o —falta de seso— que tal vez el progenitor del afectado se ha encargado de rellenar de alguna manera, siendo la actividad resultante sin ánimo de ofender y en el sentido expresado en "El Habla de Cádiz", sin la comparación en ésta y en las sucesivas, característicamente "siesa", —que viene de sieso—.

Esta actividad… —Según "El Habla de Cádiz" séptima edición revisada y ampliada; "Sieso.— ""Individuo de trato difícil, de carácter atravesado, antipático, mala persona, que obstaculiza o hace incómoda la vida a los demás"". Tiene relación, claro, con el sieso que señala el DRAE: "Parte del intestino recto en la cual se comprende el ano". El valor peyorativo dado al término viene de la comparación que el hablante desea establecer entre el ano —como parte inferior del cuerpo, podríamos decir— y el juicio que nos merece cierto tipo de individuo. "Y no vea la de pejeta farsa que te echaban los peazo siesos". —Gente del Carnaval, pág. 25—".

Como decía; esta actividad parece no ser auto-generada sino la resultante del proceso de rellenado de un profundo vacío; de una soberbia "lelez". Quizá, se debe tratar de determinar si el parcialmente sieso es el padre, el hijo o la conjunción de ambos. En mi opinión la responsabilidad tiende a ser paterna. Si bien es posible que no se tuviese la intención de insuflar esta característica en el interior de un profundo vacío, debió estar claro en su momento que el resultado había sido, voluntariamente o no, una fuerte componente de ésta en el espécimen. En ese caso se debió tomar la decisión de evitar a la población soportar tal experiencia. No se hizo, y este hecho, define per se.

Alcanzar la conclusión de que todos deben soportar la presencia y la actividad de esta "forma" —molde en el que se vacía y forma algo—, podría suponer en el progenitor una fuerte componente de mamarracho he incluso de trozo. No, no está exento el papá de responsabilidad y por ello le podría caber igualmente el calificativo de sieso amamantador; dado que no está constatado que exista un mecanismo genético ligado a la herencia sino que esta condición ha sido macerada con el tiempo o podríamos decir que —incrustada en la masa—. Sin duda, este proceso se puede evidenciar igualmente si se realiza un seguimiento ancestral, es decir, de los ancestros relacionados.

Por tanto, dado que se ha optado por no privar al coetáneo de la molesta presencia, se puede concluir que nos encontramos ante un fenómeno de egolatría acompañado de una fuerte componente de la característica antes descrita, es decir: —la manifestación clara y sin ambages de que se es un sieso no congénito sino adquirido por la vía del parentesco o de la familiaridad, y de que se tiene el deseo de que todos soporten este modo de comportamiento que se podría encuadrar dentro del género humano en el apartado de despreciables o indeseables—.

Un saludo, J. M. Mora

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