Compatriotas alemanes: El 30 de enero se ha formado el nuevo gobierno de concentración nacional. Yo, y conmigo el movimiento nacional-socialista, nos hemos incorporado a él. Siento que el objetivo por el que tanto hemos luchado ha sido alcanzado. Cuando terminó la guerra en 1918, yo era igual que muchos millones de alemanes: no era responsable de las causas de la guerra, ni de su estallido, ni de su marcha, ni de la situación política. Yo sólo era un soldado entre ocho o diez millones de soldados. Hubo un tiempo en que un alemán sólo podía estar orgulloso de su pasado. Hoy el presente sólo causa vergüenza. Con la intervención de la política extranjera y la decadencia del poder político comenzó el derrumbamiento interno, la disolución de nuestras grandes organizaciones nacionales y la decadencia y corrupción de nuestra Administración… Así comenzó el declive de nuestra nación. Todo esto fue causado por los hombres de noviembre de 1918. Y ahora vemos como se derrumban clase tras clase. Las clases medias están desesperadas, centenares de vidas están arruinadas, año tras año la vida se hace más desesperada. Decenas de miles se declaran en quiebra. Y el ejército de desempleados aumenta sin cesar: un millón, dos millones, tres millones, cuatro millones, cinco millones, seis millones, siete millones… hoy podrían ser entre siete y ocho millones. ¿Cuánto tiempo puede continuar esto? Estoy convencido de que debemos actuar si no queremos llegar tarde. Por consiguiente, he decidido el 30 de enero utilizar a mi partido, antaño de siete hombres y ahora de doce millones, para salvar a la nación y a la patria. Tal y como trabajé durante catorce años para construir este movimiento y hacerlo crecer desde siete hombres a doce millones, así trabajaré, así trabajaremos todos para la resurrección de la nación alemana. Pueblo de Alemania: dadnos cuatro años y juro que del mismo modo que he ocupado el poder también lo abandonaré. No lo he hecho buscando una recompensa. ¡Lo he hecho por vosotros!
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