Cádiz a 23 de abril de 2011
"Durante la edad media, se efectuaron intentos de llevar el evangelio a China. La expedición de los franciscanos Giovanni dal Piano y Ruysbroek (1245-1255), enviada por Inocencio IV, llegó hasta Karakoram, capital del imperio mongol. Giovanni de Montecorvino, también franciscano, logró llegar en 1291 hasta la capital del imperio, Pekín (Cambalu). Formó una pequeña cristiandad, y Clemente V le nombró arzobispo de Cambalu. Con el derrocamiento de la dinastía mongol desapareció la naciente Iglesia.
En el s. XVI, se hicieron nuevos intentos desde la India portuguesa y Filipinas. San Francisco Javier murió a las puertas de China en 1557; resultaron infructuosas las tentativas de los jesuitas (1565), de los agustinos (1575) y de los franciscanos (1579).
En 1582, el padre Matteo Ricci, jesuita italiano, logró introducierse en China. Hablaba y escribía el chino clásico y puso sus conocimientos de matemáticas, astronomía y geografía al servicio de la corte. En 1601 se estableció definitivamente en Pekín, donde murió en 1610. Para proseguir la obra del padre Ricci fueron enviados jesuitas especialmente preparados en el aspecto científico y técnico. Destacaron los padres Verbiest, belga, y Schall, de Colonia. Éste, que ocupaba el puesto de Ricci desde 1631 y era mandarín de primera clase, prosiguió su labor cuando en 1644 los manchúes conquistaron Pekín y derrocaron la antigua dinastía. Desde principios del s. XVII, comenzaron a entrar en China misioneros de otras órdenes: en 1632 los dominicos, en 1633 los franciscanos y, posteriormente, los agustinos y los sacerdotes de la Sociedad de iliones extranjeras de París. Entre éstos y los jesuitas se entabló la enojosa cuestión de los ritos chinos.
En 1640, se calculaban 67000 católicos chinos. Al obispado de Macao (creado en 1575), se añadieron los vicariatos apostólicos de Tonkín y Cochinchina, que abarcaban en su jurisdicción varias provincias chinas (1659). En 1680, se creó otro en Fu-Kien para toda la China meridional, y en 1690 las diócesis de Pekín y Nankín, sufragáneas del arzobispado de Goa. El primer sacerdote chino fue ordenado en 1656; su número creció en el siglo siguiente. A ellos se debió la perseverancia de los cristianos durante las persecuciones suscitadas en el s. XVIII y las perturbaciones subsiguientes a la prohibición de los ritos chinos y a la extinción de la Compañía de Jesús.
A fines del s. XVIII, China volvió a cerrarse a toda penetración europea; las misiones católicas fueron perseguidas, y sólo pudieron recobrar cierta libertad de acción amparadas en la presión ejercida por las potencias europeas. En 1844, Francia obtuvo la libertad de apostolado para las misiones católicas, confirmada, más tarde, en los tratados de Tien-tsin (1858) y Pekín (1860). El protectorado francés dio un gran impulso a las misiones. A los franciscanos, dominicos, lazaristas y misioneros del seminario de París se añadieron los jesuitas (que regresaron en 1842), los sacerdotes del seminario de Milán (1854), los misioneros de Scheut (1865), los hermanos de las Escuelas cristianas (1870) y otros. Pese a las persecuciones locales (Tien-tsin, 1870; guerra de los bóxers, 1900) creció el número de católicos, así como el de sacerdotes chinos. En 1900 se calculaban unos 742000 católicos y unos 400 sacerdotes, que en 1940 llegaron a 1183000 y 2113 respectivamente. Los primeros obispos chinos fueron consagrados en 1925. En 1946, Pío XII nombró al primer cardenal chino (cardenal Tien) y elevó a diócesis los antiguos vicariatos apostólicos, erigiendo así veinte arzobispados y setenta y nueve obispados.
El origen de las misiones protestantes se remonta a 1807, en que robert Morrison fundó la primera misión en Cantón. Tras él llegaron misioneros de distintas sociedades misionales (británicas, neerlandesas, alemanas, escandinavas y norteamericanas). Se entregaron a la difusión de la Biblia y a la creación de hospitales y centros de asistencia. Después de un siglo, el número de protestantes chinos se calculaba en 250000. El auge de las misiones protestantes en la primera mitad del s. XX está ligado a la creciente influencia anglo-norteamericana, que suplantó a la que venía ejerciendo Francia desde el siglo anterior.
Situación actual. Con la instauración de la República Popular de China en 1949 se inició para la Iglesia de China un nuevo período de persecución.
El partido comunista proclamó como norma, desde un principio, una política de protección a la Iglesia católica, así como a las demás Iglesias cristianas y confesiones religiosas. Tal norma fue incorporada a la constitución de 1954. Para beneficiarse de esta protección, la Iglesia católica china debía liberarse del "imperialismo" del VAticano y cooperar en la construcción de la nueva China. Los misioneros extranjeros, así como el internuncio, Mons. ribero, fueron expulsados entre 1950, el vicario general de Nankin, que había tomado parte activa en la expulsión del internuncio, reunió el llamado concilio de Nankín; por las mismas fechas surgían las primeras asociaciones patrióticas de católicos. Ante la gravedad de la campaña autonomista, Pío XII, el 7 de octubre de 1954, dirigió a la Iglesia de China la encíclica Ad Sinarum gentes; seis meses después se publicaba un decreto de excomunión contra el vicario general de Nankin. Como réplica, el gobierno inició una dura campaña contra los "contrarrevolucionarios". La depuración se extendió a todo el lpaís y se movilizaron grandes masas de católicos contra los "contrarrevolucionarios". Durante los dos años siguientes, prosiguieron los trabajos preparatorios para la fundación de la Asociación patriótica de los católicos de China. Fueron creados campos de trabajo, para la reeducación de los desviacionistas. Finalmente, en la asamblea reunida en Pekín (17 junio-13 julio 1957), en la que participaban 241 delegados de 100 diócesis, se proclamaron los estatutos de la Asociación, que se definía como "una asociación de masas que aman la patria y la religión, formada por el clero y los fieles de la Iglesia católica de China".
El 16 de diciembre de 1957, Li Si-ting, elegido por el pueblo, fue consagrado obispo de Cheng-tu. A ésta siguieron, durante 1958, hasta veintitrés elecciones populares más, seguidas de la consagración episcopal. En la actualidad se elevan a 45 obispos. Pío XII, por su encíclica Ad apostolorum principem (8 set. 1958), insistió firmemente en la doctrina de la Iglesia sobre el nombramiento de obispos.
A partir del año 1963, tras los violentos ataques desencadenados por la prensa china contra la Iglesia católica y el Vaticano (1957-1960), se ha producido un largo silencio oficial.
Es muy difícil saber hasta qué punto la presión del partido ha logrado la creación de una Iglesia cismática nacional. Varios prelados chinos en el exilio estiman que la Iglesia china no es cismática, pese al hecho innegable de que existen obispos ilegítimos".
Un saludo, J. M. Mora
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