Cádiz a 25 de mayo de 2011
"Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". John Fitzgerald Kennedy
Por comentar algunos aspectos de este extraño gobierno, sinceramente, considero que no era necesario decretar un estado de alarma, más bien me sugirió un insulto y un error grave en la percepción propia y en la de los demás amén de una horterada. Por otro lado, en mi opinión no es necesaria una revolución sobre la base de un cambio de sistema, de hecho creo que la revolución es lo que va contando el kilometraje de los automóviles y de los tractores. En cuanto al ex-tribunal constitucional, —dejó de serlo toda vez que fue contaminado por ratas—, por triste que pueda resultar, el camino es expulsar a los terroristas de la Administración como se extirpan los tumores y las larvas corruptas de los órganos afectados.
El socialismo que padecemos hoy es sinónimo de sinvergonzonería, es sinónimo de mamarrachada, de horterada, de capullada, de actividad roedora, de robo, de parasitación, de tener caradura, de ser papafrita, de ser mangante, de asesinato, de terrorismo, de psicopatología antisocial, de esquizofrenia y de oligofrenia, de anormalidad y de crimen. En estas condiciones la labor política desarrollada por estas personas no merece gran atención y más bien se convierte en el precio que uno debe pagar por el mantenimiento de una democracia que ellos se empeñan en transformar en una dictadura encubierta, ruda, hostil y burda.
Si algo demuestra la actividad socialista es que se puede diseñar un sistema social con aspiraciones de perfección, pero en el momento en que como elementos fundamentales de éste se introducen piezas de la catadura del Sr. Chaves, pongo por caso, u otro tipo de melones, pasaría de ser un sistema de convivencia, a un campo abonado para el hurto en el que no se escatimarían esfuerzos para sacar tajadas importantes que distribuir entre familiares y amiguetes. Por tanto, el mal no está en el sistema, que siempre puede ser mejorado, sino en aquellos que forman parte de la maquinaria y que son demostradamente corruptos y que a pesar de ello no dimiten. Esto supone una falta de vergüenza mayúscula porque es el robo y luego el insulto.
No es verdad que la corrupción sea algo inevitable. Puede estar más o menos extendida; cuando esto ocurre el sistema se colapsa y esa es la situación que estamos viviendo. Pero, no es cierto que sea algo inevitable. Si tal cosa fuese cierta la humanidad no habría evolucionado hasta nuestros días; esto nos lo enseña muy bien el socialismo con su falso alarde progresista, todo en ellos es perversión infinita, como es sobradamente conocido. Desde luego, controlar la corrupción depende del jefe; y en este caso tenemos por jefe a un señor cuya actividad política podría ser discutida en el infierno, porque si por contraposición se hiciese en el cielo, éste se pudriría y caería al suelo en forma de ponzoñoso fango.
El personaje ZP resulta extremadamente triste por su burdo comportamiento. En muchas ocasiones he tenido la sensación de estar viviendo una pesadilla con la presencia de este señor en el gobierno. La brutalidad de su mensaje constituye un insulto constante y hace mucho, mucho tiempo que debió haber abandonado el hemiciclo, incluso antes de haber sido elegido presidente por primera vez. Me repugnó particularmente su declaración sobre la Alianza de las Civilizaciones, fue en aquel momento cuando tuve consciencia de que nos había caído encima un señor verdaderamente lamentable, un repugnante farsante, la típica criatura.
Un saludo, J. M. Mora
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