Nuestro sistema, el que da forma a nuestro estado de derecho como cualquier sistema o artilugio diseñado por el hombre, dista mucho de ser perfecto. Pueden sugerirse cambios, hacer propuestas de mejora de toda condición, pero si se puede sacar algo de utilidad de la catástrofe en la que nos ha sumido nuestro actual gobierno es que no hay sistema, por perfecto o justo que se pueda diseñar, que no pueda ser destruido por la mala gestión del hombre.
Surge hoy la necesidad de hombres y mujeres buenos, cabales, imparciales y justos, porque son ellos las visaras, los engranajes, las válvulas y las levas que pondrán en marcha la maquinaria social en la que los derechos y las necesarias prestaciones sociales queden garantizadas para todos. El perfeccionamiento, la mejora de un sistema no es compatible con la degradación moral del individuo, ese camino no lleva al progreso sino a la degeneración psicopatológica del hombre y de su sociedad.
El gobierno, ha cometido graves errores de conducción marcados por una doctrina obsoleta y arcaica que nos ha conducido a una situación de franco retroceso en todos los niveles susceptibles de ser considerados. En ningún caso, este hecho ha de suponer un ancla que determine el futuro de nuestra nación. Más bien supone un acicate que permitirá una recuperación como nunca antes se había visto en la historia.
Ha llegado el momento de hacer grande a nuestra nación en los corazones y en los sueños de los hombres. Ha llegado el momento de tomar consciencia de que el concepto de democracia está en todos y cada uno de nosotros, que es ahí donde reside la fuerza de la misma y que esa fuerza, ese poder, no puede ser arrebatado por un sistema bueno o malo, mejor o peor conducido por los hombres.
Un saludo, J. M. Mora
Un saludo, J. M. Mora
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