Distrofia Progreidea
Tras el asesinato del Presidente de Gobierno, Almirante Carrero Blanco, narra Santiago Carrillo que sobre las siete de la tarde recibe su primera llamada desde Madrid en los últimos más de treinta años. Se trataba de Antonio García López quien se presenta en nombre del Jefe del Estado Mayor para trasladarle en primer lugar que se manifiestan contrarios a las prácticas terroristas y seguidamente que, en nombre de la persona que «está detrás de él», no iba a haber represalias en Madrid.
Sin mencionar haber sentido conmoción alguna por el magnicidio o el temor de que la acción pudiese dar al traste con los cambios que se iban gestando en el seno del régimen, Santiago Carrillo expresa: Algo estaba cambiando en España cuando esa tarde después de la muerte del Jefe del Gobierno se producía una llamada tan impresionante.
Torcuato Fernández Miranda asume la presidencia en funciones y se configura un trío de aspirantes a la sucesión entre los que sobrevuela en forma de medio aspirante Carlos Arias Navarro. Este último, responsable de la seguridad del presidente asesinado, será finalmente el elegido, siendo tachado por la prensa extranjera y por la oposición al régimen de continuador del franquismo.
Salvo que hubiesen sido nombrados sucesores del Almirante: Santiago Carrillo o en su defecto y a título póstumo el mismísimo Carlos Marx en coalición con Kropotkin, la Izquierda habría pensado y manifestado que se trataba de cualquier acérrimo seguidor del franquismo. Aún hoy, todo lo que no sea un gobierno rigurosamente socialista o alguna escisión coaligada con IU será calificado de caverna de ultraderecha pergeñada por Franco con el apoyo de la Iglesia Católica para impedir el progreso de la humanidad.
¿El progreso de la humanidad? En mi concepto, el progreso esgrimido como parte substancial de una ideología política o como un fin, constituye per se un verdadero camelo utilizado por las oligarquías desde tiempos remotos para justificar la necesidad de expoliar al ciudadano mediante el control del erario público. En este sentido, el progresismo supone en términos de realidad una marcada distrofia social que manifiesta que el verdadero objeto que persigue la administración de los recursos de la Nación, sobre esta base, es la del enriquecimiento personal amasado en torno a grandes fortunas.
Pero, repasemos la presencia de la doctrina progresista en el marco de los diferentes regímenes durante los últimos dos siglos:
Regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1833 - 1840): Liberalismo progresista, Moderantismo (Liberalismo conservador-doctrinario).
Regencia Provisional y Regencia de Baldomero Espartero (1840 - 1843): Liberalismo progresista.
Mayoría de edad de Isabel II (1843 - 1868): Liberalismo progresista, Centrismo-Liberalismo, Moderantismo (Liberalismo conservador-doctrinario).
Junta Provisional Revolucionaria, Gobierno Provisional y Regencia de Serrano (1868 - 1871): Liberalismo progresista, Centrismo-liberalismo.
Amadeo I de Saboya (1871 - 1873): Liberalismo progresista-radical, Liberalismo progresista, Centrismo-liberalismo.
Primera República Española (1873 - 1874): Republicanismo federal, Republicanismo unitario, Liberalismo progresista.
Reinado de Alfonso XII (1874 - 1885): Liberalismo progresista, Liberalismo conservador.
Reinado de Alfonso XIII (1886 - 1931), Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena (1885 - 1902): Liberalismo progresista, Liberalismo conservador.
Mayoría de edad de Alfonso XIII (1902 - 1931): Liberalismo progresista, Liberalismo conservador. Régimen Militar.
Segunda República Española (1931 - 1939): Marxismo, Izquierda republicana, Centro republicano, Derecha republicana. Régimen Militar.
Segunda República Española en el exilio (1939 - 1977): Marxismo, Izquierda republicana.
Dictadura (1936 - 1975): Nacional-sindicalismo. Régimen Militar.
Reinado de Juan Carlos I (1975 - ): Socialdemocracia, Centrismo, Liberalismo conservador.
Adicionalmente, en diciembre de 1972, Gustav Heinemann presidente de la República Federal de Alemania y miembro del SPD recibe al príncipe Juan Carlos de Borbón bajo la sospecha de tratarse de un príncipe franquista. Sin embargo el socialdemócrata Heinemann queda muy satisfecho tras el encuentro con el aspirante a monarca al manifestarle éste que él «quería ser el Rey de una república». Se trata finalmente, la Transición española, del cambio en la tendencia ideológica de una Dictadura Nacional-sindicalista hacia una Dictadura Socialdemócrata.
J. M. Mora
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