sábado, 1 de enero de 2011

Expolio e iniquidad

Cádiz a 2 de enero de 2010

Granjearse el beneplácito popular, es el fin primero del ideólogo marxista. Se recurre a la excusa de la “lucha de clases” en la comunidad, y a la destrucción del sistema para crear uno nuevo, distinto y mejor. La historia demuestra que la realidad es bien distinta de esta utopía transformada en cebo para el beneficio propio, instaurando un modelo social ampliamente más miserable, usurero y despiadado asesino que el anterior. Se pasa de una sociedad con desigualdades a otro modelo con ausencia de libertad, donde ésta se confunde con el libertinaje, donde los métodos se transforman en toscos y humillantes para la inteligencia del hombre.

Del mismo modo, el Gobierno ha utilizado la excusa de los problemas laborales-económicos con el colectivo de controladores aéreos como cebo para decretar un estado de alarma, cuyo único objetivo, por más que se quiera decir lo contrario, es el de permanecer en sus poltronas cuando lo que la situación requiere es la dimisión de sus miembros o la disolución de las Cortes Generales, que de pie a unas elecciones anticipadas.

…“En la madrugada del 13 de julio, elementos de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto de filiación izquierdista, sacan de su domicilio y matan al jefe del Bloque Nacional, don José Calvo Sotelo, en represalia por la muerte del teniente socialista José Castillo. Al conocerse la noticia en Madrid, los periódicos de izquierdas destacarán su repulsa por la desaparición del militar, dando en páginas interiores la del diputado monárquico. La censura impedirá que (ABC) dé otra cosa que la información escueta del rapto y muerte de Calvo Sotelo, y el Gobierno, en su nota oficial, ligará ambas muertes en su repulsa a la violencia. Asimismo, intentará evitar una discusión parlamentaria, pero le será imposible impedir que se reúna la Comisión Permanente de las Cortes para prorrogar, un mes más, el “estado de alarma”…

Si alguien desea comulgar con ruedas de molino, que lo haga. Por mi parte, pienso que son los mismos, los que en un tiempo se envolvieron en el estandarte del cristianismo en favor de una conquista o reconquista, reclamo territorial, deseo de habitar o como se quiera llamar, dado en España siglos atrás; los que ahora nuevamente tiran por tierra a esa misma religión. Se deduce que su ánimo no es otro que el del expolio y los hechos lo demuestran con claridad cegadora.

Un saludo, J. M. Mora

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