lunes, 10 de enero de 2011

La liebre eléctrica

Cádiz a 11 de enero de 2011

Don Alfredo, de actitud que con todo el respeto, puede ser calificada de hortera y caduca, aún debe pensar que nos tragamos su indigno modo político en sus manifestaciones hacia la banda terrorista ETA. Cuando Alfredo habla sobre este tema se recrea en su salsa que no es otra que la del doble sentido cuando el tema tratado debe permanecer al margen de este recurso con absoluta claridad. En mi opinión sus manifestaciones están diseñadas en el sentido de reclamar, ante la inminencia del fin de la prórroga del falso estado de alarma, un nuevo milagro terrorista que les permita justificar una nueva prórroga. Esto ya no se lo traga ni la ETA.

En cualquier caso no hay otro camino que la verdad, la fe, la fe en uno mismo, en el hombre y por ende en Dios. Para los terroristas cárcel hasta la putrefacción, pero también para los políticos corruptos y como no, para todos esos “empresarios”, chorizos y burlones, véase toda la estirpe Polanco y directivos así como la pandilla del hurto asociada a “Movistar”: grandes ladrones.

Estimados políticos, los JASP os desean que hayáis pasado unas Felices Navidades, no sé lo que os desearán los Ni-Nis, aunque supongo que poco os importa mientras que vuestros nenes ni sean JASP ni sean Ni-Nis, sino pijos hijos del hurto.

No sé a quien puede sorprender la situación, de lo que fue un país, en manos de un ente vivo que se autoproclama anarcosindicalista. Es de risa que un señor que no respeta la Ley desde un puesto que debe representar el máximo respeto de ésta en pro de un estado de derecho eficaz y justo solicite a la banda terrorista que abandone las armas y que respete la ley. Cuando no se tiene autoridad moral para decir esto la interpretación que se puede hacer de estas palabras es de sentido contrario a lo que representan desde la gramática.

En fin, que se ve que los polvorones han dejado más seca a la liebre eléctrica que a un pescado en el balcón de un chino y quizá ya no quede tiempo para que sea la suya la última palabra después de la que fue en el principio, sino que ésta será finalmente y de nuevo la del hombre.

Un saludo, J. M. Mora

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